Suena mi primer alarma, me levanto a regañadientes mientras mascullo alguna grosería y apago la alarma...
15 minutos después comienza a sonar la segunda, una que si no te mata de la impresión hace que te levantes como si la cama estuviera en llamas...
Me estiro un poco, ronroneo (sí, la mayoría de la gente piensa que actúo como felino y están en lo correcto), abro un poco los ojos tratando de enfocar bien la vista y reconocer mi habitación.
Por fin me decido a levantarme, ir al baño, verme en el espejo para ver el desastre matutino y comenzar con el vanagloriado ritual:
Ponerme las medias, deslizar mis piernas dentro de mi pantalón de vestir, estirar los brazos y meterlos dentro de las mangas de mi blusa...abotonarme y luego amarrarla; maquillarme, peinarme, perfumarme, deslizar mis pies dentro de los zapatos y finalmente ponerme el saco.
Reviso mi cartera, cuidando no cargar dinero de más, checo que en mi bolsa se encuentre todo lo que necesito, la tomo y me salgo.
Bajo las escaleras, me encuentro con Blackie, me despido mientras camino por el pasillo dispuesta a afrontar un día rutinario más.
En el camino me doy cuenta de la diversidad que existe; mientras vamos en camino a nuestros trabajos a unos se les nota en la cara el aburrimiento y estrés que les invade mientras a otros se les ve súper activos... hay un chico de cabello rizado que va tomando un café mientras conduce para evitar caer dormido frente al volante; atrás de él viene una mujer rubia con lentes de sol que va tomándose un licuado mientras habla por celular y se observa en el espejo; yo sólo soy una mujer ensimismada en pensamientos que no llevan a ningún sitio.
Llego, busco mi gaffete, espero a que el guardia me deje accesar, paso... saludo a los ya conocidos, subo las escaleras, registro mi entrada, voy a mi locker a sacar todos mis papeles, la treo y el scanner, me doy de alta con mi usuario y aparecen todas las ligas de pendientes a resolver del día.
Hablo con proveedores, checo que estén pasando las promociones, evalúo la publicidad...
Se me va el día y en el camino de regreso veo cómo una madre va con su hijo muy aprisa en el coche mientras se alimenta de un plato de comida china.
Hace un calor insoportable, no tolero el saco, apenas llego me lo quito, saludo a Blackie de nueva cuenta, subo las escaleras y por fin me encuentro en mi amado HOGAR.
Mando un mensaje reportando mi llegada (la costumbre que nunca se le quitará a mi madre, ni su preocupación ante que viva en una ciudad 'de locos'); llamada telefónica, intercambio de anécdotas familiares y laborales.
Un poco de presión familiar ya que se "encontraron" a alguna ex compañera mía que le dijo de su boda, de la boda de las demás, de los bebés de los demás y yo sigo evadiendo ese "sueño dorado de toda madre".
Suena mi celular, algún amigo se ha acordado que necesito relajarme, viene en camino, salimos a cenar, unos drinksitos y nos quedamos platicando hasta que nos damos cuenta que es hora de dormir por las obligaciones del día siguiente.
Lo despido mientras veo el panorama tan hermoso de acá, los cerros con las luces que parecieran infinitas.
Respiro, sonrío, a final de cuentas esta es la vida que estoy llevando y que por más que me queje la disfruto enormemente.
El simple hecho de saber a dónde voy, que lo que hago lo estoy haciendo por mi misma, dando pequeños pero acertados pasos y que asumo mis responsabilidades es lo que me hace sonreír, porque como dicen, tú forjas tu propio destino, eres dueño de tu vida, qué genial que te ayuden pero yo disfruto más batallarle, sudarle... porque cada que me llega la recompensa la saboreo más.
Mientras escribo esto me doy cuenta que es hora de dormir, mañana empezaré de nuevo una rutina (de momento, es lo rico del trabajo, que te mueven a muchos lugares), mañana comenzaré otra vez todo lo escrito...será otro día cualquiera.
5/6/10
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1 comentarios on "Un Día Cualquiera"
Qué rico. ¿A poco no es linda esta ciudad de locos? :P Todo depende de lo que estás viviendo, y si haces lo que quieres, todo lo demás vale madre...
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